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silencio....


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por favor... estamos escuchando el





silencio



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barro
la obra



diseño gráfico magda banach












actuación
felipe braga
juan manuel correa
damian moroni

música
miranda nardelli

arte
magda banach

dirección
damián moroni



realizacion de cabeza mariano rodríguez y magda banach
diseño magda banach








fotos gustavo sanabria






BARRO la obra
No teme al goce, al exceso
ni a la purga
no se relaja
si no que dilata
Lo que hacemos es lo que contamos
y viceversa
Barro es tema antiguo, primordial
pulsa desde el fondo del pozo
circula ahora, por nuestras venas
Barro no ironiza
no imita
no resulta interesante
mas bien se despliega
como un paisaje revulsivo
un clima, una atmósfera
un cuerpo colectivo.



mas...





BARRO la obra
¿de que habla?

La obra puede ser leída de distintos ángulos.
Es un dispositivo atmosférico, simbólico y dramático.
Atmósfera es lo que investigamos.
Símbolos son llaves para aquel espectador activo
La línea dramática es donde quien ve, puede “hacer territorio”.
Es la linea a tierra. La línea dramática, ahí se sitúa el manejo de la intriga.

¿cuál es el tema?

La envidia entre hermanos? Sí, puede ser el tema.
La caída de las máscaras y el encuentro con lo primordial? Sí, puede ser el tema.
La infancia como patria esencial? Sí, puede ser el tema
Podemos ver la obra percibiendo en una línea de relato o en las tres.
Esa es la nuestra propuesta interna.


Dijo J.J. Arhancet, docente de guión del Instituto Nacional de cine:
“Che, te mandaste un policial metafísico”


en espacio teatro excéntrico de la 18


en espacio privado



opinan sobre la obra:

RADAR
INEVITABLES
domingo 24 de octubre 2010
TEATRO

Barro

En esta obra hay en principio tres personajes y dos historias. La primera en hacerse evidente es una escaramuza defensiva donde es imposible saber si los personajes están sitiados dentro de la casa o atrapados en su propia subjetividad. La otra historia, la más antigua, estará presente todo el tiempo, en la misteriosa y arrasadora carga que es una pulsación constante en el devenir individual de cada personaje y en sus relaciones.

Después de Woyzeck, Damián Moroni dirige ahora este Barro, donde es también actor, junto a Juan Manuel Correa y el brasileño Felipe Braga, más la presencia de Miranda Nardelli, música en escena. El equipo lo completa la artista Magda Banach en escenografía, vestuario y arte.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/15-6565-2010-10-24.html


Juan Josè Arhancet (Docente de Guión del Instituto Nacional de Cine)
9 de octubre 2010:

LA CLAUSURA DEL APLAUSO:Valete et plaudite!*

Aplaudimos. Luego nos aplaudimos por aplaudir. Es para nunca acabar. Es más difícili nterrumpir una tempestad de aplausos que una tempestad de maldiciones.— Georges Perros

Cesura. Mutismo. Deber de aplaudir y no poder. Poder y deber. Los actores ameritan el aplauso. Sin embargo silencio extremo en una platea enmudecida. Silencio que se torna irrespetuoso interrumpir. Después de ver Barro.¿Quién se anima a aplaudir? ¿Qué se aplaude en “Barro” cuando se aplaude? Más señales de final de obra no se le podrian pedir a Damian Moroni como director. Una luz que cae sobre el actor, la oscuridad luego total, la última nota musical vibrando cual desgarro. Infinitamente agradecido a ese primer atisbo de palmada emergiendo de la oscuridad. Luego si fiesta merecida. El estallido. El acto teatral consumado en el paladar como ese bouquet de vino de noble vasija.“Barro” es rito, ceremonia, celebración. Pero antes debes darte el tiempo de saborear el duelo al que inexorablemente quedas expuesto.

Con sinceridad si esto fuese una crítica, podría considerársela, muy poco seria – paralos avezados en promoción de espectáculos sin duda- Nunca confieso, creí que uncomentario sobre un espectáculo tuviese como punto de partida, al reconocido y último acto instituido, de promover al acto de aplaudir, seña de recompensa, que Abraham Maslow mediante, es entendido como acto de gratitud que actúa como gratificación alego constructor, importante en tanto todo ser humano se nutre de la necesidad básica dereconocimiento.

El punto en cuestión – es la gran obra de representación que provocó la puesta de la cuál fue partícipe. Costó aplaudir, y ese fue otro sublime espectáculo. En “Barro” eso era lo que debía suceder. En “Barro”, es posible la risa incómoda, el apego, el desapego, la línea argumental que ese cree atrapar y se evapora, el desvío al asombro de una nueva perspectiva, la mínima situación dramática que se convierte en incertidumbre, la palabra que deja de ser lo dicho.Este reestreno de “Barro” depara sorpresas, compararla con la anterior seria desvirtuarel camino indagado, y el incomible trabajo de los anteriores actores. Todo trabajode búsqueda – impone un gano o pierdo- pero nunca se llega a un nuevo estadopor azar, la obra encuentra su nueva dimensión en la horma del nuevo elenco.S i bien aquí la trama se despoja de cierto hermetismo de la anterior no decae la metáfora, pero esto es acorde a que también el género (como se esconde el policial en Edipo), se manifiesta y los actores y la dirección cargan con la tensión “in crescendo”; no son gratuitas las armas en escena aunque ruja la voz. Ten cuidado en esta caza, sin duda puedes ser la presa ¿o esperabas menos? A esta altura, podrás preguntarte o dudar con suspicacia si quien escribe esconde de qué se trata la obra o si en verdad habla desde este lugar pues no ha comprendido nada– suele pasar y es bueno que desconfíes. Sólo puedo darte un anticipo: no me culpes, porque sobre la culpa mucho te dirá “Barro”, sobre el “perdón”, sobre distancias y mochilas cargadas, sobre el arte del desapego y tantas otras deudas ¿quién no debe? Yo debo estas líneas de gratitud. Gracias Felipe Braga por ese ciervo expiatorio, por esa marioneta oscilante, por la mirada que traspasa la máscara. Gracias Juan Manuel Correa por ese Rubén que exuda rabia, por ese crepitar de una mano desprendida del cuerpo, por hacernos ver cuantos matices tiene “perdón” en nuestra jerga. Gracias Damian Moroni, por transitar “Pato” con equilibrio parco, hierático como la razón, cabeza gacha, mirada penetrante y trueno de autoridad que aterra y nunca es grito. Debiera claro decir algo de la dirección a su cargo, releo lo escrito para e lpersonaje. Río, me sorprendo. Léase lo mismo: Equilibrio, mirada astuta, rigor sin gratuidad. Si Poe danza en la atmósfera, Miguel Ángel contempla su traspuesta creación de “La piedad” en la última imagen. Gracias Magda Banach por hacer posible el equilibrio y la síntesis, rojo sangre, vertical, verde y complemento. Luz y sombra siempre a tiempo. Mención aparte: Sin duda “tu”ciervo escapa a toda geometría. Para seguir implorando.

No se por que queda para lo último, porque esta siempre desde el inicio, acentuando, Miranda Nardelli con su música en vivo, clavando clavos, con la valentía de lastimar, enturbiar, o distender, tensionándola extremo el diapasón del tiempo de cada escena.

Consejo útil: Contratar o buscar voluntarios que actúen de “claqueurs” o “Corego” alfinalizar el espectáculo.

Corego: Encargado pago común en los espectáculos griegos y en particular para la exaltación de Dionisios de los coros (entre otros menesteres) que indicaban el momento de intervención de “corear” desde el público. En el siglo XVI y XVII aparece el Claque (voluntario o pago) que estaba a cargo de indicar el momento adecuado para aplaudir antes, durante o al finalizar una obra.

Claque (en francés ‘bofetada’) es, en su origen, un término que alude a un cuerpo organizado de aplaudidores profesionales presentes en los teatros y óperas franceses. Los miembros de una claque se denominan claqueros (claqueurs).• Los antiguos romanos tuvieron un conjunto ritual de aplauso para las representaciones públicas,expresando diversos grados de aprobación: golpear los dedos, dar palmadas con la mano plana o hueca,o agitar el faldón de la toga, lo que el emperador Aureliano sustituyó por pañuelos (orarium) que distribuyó entre el pueblo.[1] En el teatro romano, al final de la obra, el protagonista gritaba Valete et plaudite! y la audiencia, guiada por un corego * no oficial, coreaba su aplauso antifonalmente. Esto a menudo era organizado y remunerado.



Gabriel Peralta
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=2298

BARRO
El otro lado de las relaciones.
Obra dirigida por Damián Moroni

Ahí en donde la extrañeza tiñe las relaciones entre seres humanos, ahí se entromete la obra Barro, con dirección de Damián Moroni.
El esquema argumental, de una gran simpleza, es intervenido por un extrañamiento que resulta de la deformante exhibición física de los cambios internos de cada personaje, y en el desangelamiento de las relaciones familiares.
Todo lo que ocurre es exacerbado: el amor, la indiferencia, los pases de facturas, los momentos de unión fraternal. Pero no solo por eso “lo extraño” campea en la obra, ciertos sutiles corrimientos temporales de los hechos, hace que el espectador ponga en duda si lo que esta viendo, fue, es o será.
Varios elementos se aúnan para lograr este delicioso estado de incertidumbre: la música ejecutada en vivo por Miranda Nardelli, va latiendo con el curso de los acontecimientos, escena y ejecutante se van proponiendo contrapuntos, que da como resultados estupendos climas; la escenografía es una rara combinatoria de ascetismo y rareza, en donde cada elemento que la conforma puede perder su condición usual y transformarse en otra, que inclusive lo resignifica; el vestuario, de una paleta de marrones y ocres, permite percibir el sesgo de cada personaje (ambos rubros están a cargo de Magda Banach); un registro de actuación en donde el viscoso perfil de cada personaje se construye a través de una extrema exhibición física de su interioridad.
Barro es una obra que desafía porque no da nada por cierto.



Lucho Bordegaray
http://montajedecadente.blogspot.com/2010/04/09-barro.html

Tierra y agua, ya lo sabemos. Pero es el agua quien lo hace, de tanto golpear y remover la tierra: así, quien se muestra más lábil modifica a quien ostenta firmeza. Y, sin embargo, no necesariamente hay que pensar que el agua vulnera a la tierra, porque también le está regalando su movilidad, la habilita a desplazarse o a modificar su forma. Y qué será del barro que surge de la mezcla de personas, de versiones de la historia común, de sus ambiciones, de las miradas sobre el presente. En síntesis, cómo nos modifica el otro.
En Barro se manifiesta –además de una intensa y puntual historia sobre la difícil relación entre tres hermanos– el proceso de creación colectiva y los buenos resultados que tiene esa metodología cuando no es tomada como atajo hacia una puesta anhelada sino como herramienta potente de la búsqueda de los actores , bajo la dirección de Damián Moroni, donde el compromiso en las emociones, en el cuerpo y en las palabras van de la mano, al igual que la madurez del relato camina junto a la madurez de la interpretación.
Como pocas veces, el aporte de la música es aquí asombroso. Interpretada en vivo por Miranda Nardelli, acompaña emociones y crea atmósferas alternadamente profundas, abiertas o íntimas, pero siempre logrando un preciso equilibrio donde nunca es protagonista ni se esconde para no serlo.

Juan Josè Arhancet (Docente de Guión del Instituto Nacional de Cine)
septiembre 2009:

"Claro que me preocupa el pùblico.Que me importa que comprenda mi historia. Pero estoy convencido de que si no tuviese una, a falta de ella, el espectador se encargarìa de inventarla. Negarà irse vacìo, es su derecho y su privilegio"
Luis Buñuel.

Cuando vi Barro tenìa solo dos opciones o "desesperar" por comprender o "dejarme llevar". ¿Què otra cosa ademàs puedes hacer cuando en direcciòn esta el sello y firma de Damiàn Moroni? Sin dud opte por lo ùltimo, despues de todo el teatro es connsecutividad y desvio, cruce y encuentro.
Luego de un tiempo, durante el trancurso de la pieza, la incomodidad se empieza a notar, ese no comprenderse se transforma casi en un "no querer ver", porque para ver barro hay que embarrarse.
Barro salpica con lo no dicho, con lo latente. Barro estalla pero incluso a destiempo de la demoliciòn del espectador, ya esta sembrado lo inevitable, no por previsible sino por designio tràgico. Aùn en un extrañado humor, la risa con ritus de mueca. Si. No esperes otro humor.
Barro es una serie de grandes interrogantes, Barro es un enigma, toda paràbola se carga de preguntas retoricas; ¿Es el perdòn una deuda que pocos pueden saldar? ¿Es el deshoras,el destiempo, lo que hace que los seres humanos seamos tan ajenos en tanto hermanos? ¿Es en pos de un Padre que por guiarnos nos humilla? ¿Acaso esa humillaciòn redime? ¿Podemos llamar accidentes a decisiones productos de nuestra propia voluntad? ¿Es la vida un mandato de vida u obramos por mandatos que nos inhiben ser auténticos con nuestra vida misma? ¿Somos tan arrogantes que creemos que una misión suprema nos aguarda? ¿ Es tan dificil decir te quiero no dichos y abrazos reprimidos, para quedar condenados en una Babel inexorable?
Barro no darà -por suerte- respuesta alguna. Si será un duro espejo donde mirarte. Si ves Barro vas a encontrarlo en tu propio rostro. Pero como de tragedia se trata, un alivio se instalará sin dudas luego de la catarsis.
Cuando hay actores que dejan sus vísceras, cuando hay una dirección que te respeta porque no te concede privilegios de moraleja, cuando hay una puesta ajustada donde el mismo espacio escénica (incluida la sala) como extensión de un acto casi tribal permite acción e imàgenes de una potencia abrumadora, donde la música en vivo vibra, acentúa, aplaca, y por sobre todo subraya y provoca; sòlo queda agradecer ese haberse "dejarse llevar.
El entendimiento viene luego del deslumbramiento, quizás, sin duda, mucho después, en algùn "click" en tu cabeza cuando menos lo esperas. Es ahí, cuando habrás descubierto que te mintieron nuevamente: No te dieron nada servido,(más allá de un café) te dieron "tarea para el hogar". Hermosa mentira cuando se trata de involucrarte en el maravilloso mundo de crear.
Recuerdo que Tagore decía que la vida era una osada aventura o no era nada ¿què menos podemos pedir del teatro, si es su reflejo?




Pablo Ruiz Seijo (Actor, Director y docente de teatro):
"Barro es una obra que desde la elección del espacio y la escenografía a la dramaturgia y el trabajo de los actores es coherente consigo misma y con el trabajo que viene realizando Damián desde hace muchos años. La sensación de compartir el encierro con los personajes crea una atmósfera muy singular que atrapa los espectadores. Los vínculos familiares, o no, pueden confinarnos en su lado más viciado de repetición infinita. Barro parece moverse sobre esta premisa. La música ejecutada en vivo y el ritmo de la escena también. Barro es una oportunidad notable de actuación para sus tres intérpretes."









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