luciérnagas
sueño bastardo
En la Buenos Aires del siglo XVIII, un Virrey excéntrico, cuyo nombre
pocos recuerdan, intenta llevar a cabo su sueño de sembrar el progreso
en estas costas remotas. Entre otras cosas, crea una casa para albergar a
los niños productos de relaciones extramatrimoniales. Pero los
resultados no serán los pretendidos. Paradójicamente, ese proyecto
caprichoso, ese plan fallido, marcará un hito fundacional en la
mitología de estas tierras.
Mariano Agustin Botindari,
Andrés Ciavaglia,
Lautaro Delgado Tymruk,
Paula Ransenberg,
Alejandro Segovia,
Paula Staffolani
Diseño de vestuario:
Magda Banach
Diseño de escenografía:
Marcelo Valiente
Diseño de títeres:
Alejandra Farley
Diseño De Iluminación:
Claudio Del Bianco
Dirección:
- Horacio Nin Uría
TNC
fotos @agustinabodnar
fotos @shotbymauricio
Un trabajo de vestuario intenso y cuidadoso, la propuesta conceptual que le lancé al director fue sobre la
"teatralidad" y la época en que se desarrolla la obra.
Sin querer emular la veracidad histórica de la moda, fui proponiendo una ficción dentro de esa realidad que, como lo anticipa la actriz al comienzo, es un intento de contar la historia
Sin querer emular la veracidad histórica de la moda, fui proponiendo una ficción dentro de esa realidad que, como lo anticipa la actriz al comienzo, es un intento de contar la historia
Los trajes de todos los que habitan esa casa Cuna han
sido elaborados con restos de telones reales del TNC de obras que han
bajado, toda ese descarte se reutilizó para confeccionar prendas siguiendo la "moda" del SXVIII, pero reforzando ademas la materialidad y paleta de trajes
de ALBAÑILES, de los "constructores" de la patria, que es el pueblo siempre. En ese aspecto las telas, el
color, las texturas aluden a esa graffa, esta lona y tela rustica, sucia de yeso, cemento y
pintura, polvo y barro.
Todos van sin calzados, por que son los que pisan el suelo realmente. No así el Virrey, que en cambio, con sus estrafalarios ropajes -una suerte de bata de
cola teatral- sumido en un sueño de excentricidad y de añoranza al extranjero, no
pisa la tierra, usa chapines de madera y huele a perfume barato
imitación de aromas europeos. Propuse también que los títeres sean lo mas autómatas, posible, con el mecanismo a la vista, que tengan ese misterio de figuras de
madera policromadas, como los santos de vestir en las iglesias, con esos
rostros a punto de estallar en lagrimas y que los manipuladores/titirriteros fuesen como almas en pena que
guían a esos niños huérfanos



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