en el nombre de la luna
Sinopsis
Una niña se encierra en su habitación para no salir más. Dentro de esas paredes que la apartan del mundo, crea un universo propio donde la fantasía se impone sobre la realidad, en el que imágenes y leyendas cósmicas ayudan a transcurrir el tiempo. Un día, decide compartir su historia. A través del montaje de un video casero, evocará las escenas que reconstruyen el testimonio de un desencanto final.
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Una niña se encierra en su habitación para no salir más. Dentro de esas paredes que la apartan del mundo, crea un universo propio donde la fantasía se impone sobre la realidad, en el que imágenes y leyendas cósmicas ayudan a transcurrir el tiempo. Un día, decide compartir su historia. A través del montaje de un video casero, evocará las escenas que reconstruyen el testimonio de un desencanto final.
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La obra, escrita a partir de la lectura de manuales de los años 60 que enseñan a las niñas cómo convertirse en adolescentes ejemplares, narra la historia de una pre-adolescente que intuitivamente confronta con estos mandatos. Protocolares, estéticas, sexuales y morales estas normas presentadas en forma de consejos, representan un modo estricto de concebir a las mujeres.
Inspirado en la técnica literaria del monólogo interior, el texto invita a sumergirse en la intimidad de su protagonista: su conflictiva relación con la educación recibida, la persistencia de mandatos que creemos perimidos, los dolores del crecimiento, las cavilaciones del despertar sexual y la desilusión del mundo al que creía pertenecer.
Inspirado en la técnica literaria del monólogo interior, el texto invita a sumergirse en la intimidad de su protagonista: su conflictiva relación con la educación recibida, la persistencia de mandatos que creemos perimidos, los dolores del crecimiento, las cavilaciones del despertar sexual y la desilusión del mundo al que creía pertenecer.
Ficha técnico artística
Dramaturgia:
Maria Emilia Franchignoni
Actúan:
Manuela Fernández Vivian
Vestuario:
Magda Banach
Escenografía:
Noelia Gonzalez Svoboda
Iluminación:
Claudio Del Bianco
Multimedia:
Matías Fabro
Diseño gráfico:
Sergio Calvo
Asistencia de iluminación:
Facundo David
Asistencia de dirección:
Nadia Pereyra
Prensa:
Marisol Cambre
Producción:
Mariel Benaros
Dirección:
Maria Emilia Franchignoni
Dramaturgia:
Maria Emilia Franchignoni
Actúan:
Manuela Fernández Vivian
Vestuario:
Magda Banach
Escenografía:
Noelia Gonzalez Svoboda
Iluminación:
Claudio Del Bianco
Multimedia:
Matías Fabro
Diseño gráfico:
Sergio Calvo
Asistencia de iluminación:
Facundo David
Asistencia de dirección:
Nadia Pereyra
Prensa:
Marisol Cambre
Producción:
Mariel Benaros
Dirección:
Maria Emilia Franchignoni
“Algo bello es un goce eterno:
su hermosura crece; nunca se disolverá en la nada,
sino que guardará para nosotros
un retiro de paz, y un dormir lleno de dulces sueños
y salud y un apacible respirar.
Por eso, cada mañana nos tejemos
una guirnalda de flores para seguir atados a la tierra,
pese a los desalientos y a la inhumana carencia
de nobles seres, de los días sombríos
y de todos los senderos insalubres y demasiados oscuros
hechos para nuestra búsqueda: sí, a pesar de todo,
alguna forma bella aparta la mortaja
que cubre a nuestro espíritu en sombras.
Talez como el sol, la luna,
los viejos o tiernos árboles ofreciendo el favor de su sombra
a los inocentes rebaños, y tales son los narcisos
en ese mundo verde donde habitan; y los claros arroyos
que se crean un fresco abrigo
contra el ardiente estío, o los breñales en lo hondo del bosque
plenos de brillantes rosas silvestres;
y como también la grandeza de los juicios
que hemos imaginado para los poderosos muertos,
y todos los bellos cuentos que hemos oído o que leído:
una inagotable fuente de bebida inmortal,
que mana hasta nosotros de las orillas del cielo.
Tampoco gustamos esas esencias solamente
en una hora fugitiva; no, incluso cuando los árboles,
que susurran en torno de un templo pronto nos son
tan queridos como el mismo templo, lo mismo pasa con la luna,
la poesía apasionada, tantas infinitas glorias
llegan con frecuencia hasta nosotros hasta que se cambian
en una confortadora luz para nuestras almas
y tan estrechamente unidas a ellas
que s hay resplandor o sombras sobre nostros,
ellos han de estar para siempre, o morimos”.
Keats: “Endymion” (escrito en abril-mayo de 1817, a los veintún años)
su hermosura crece; nunca se disolverá en la nada,
sino que guardará para nosotros
un retiro de paz, y un dormir lleno de dulces sueños
y salud y un apacible respirar.
Por eso, cada mañana nos tejemos
una guirnalda de flores para seguir atados a la tierra,
pese a los desalientos y a la inhumana carencia
de nobles seres, de los días sombríos
y de todos los senderos insalubres y demasiados oscuros
hechos para nuestra búsqueda: sí, a pesar de todo,
alguna forma bella aparta la mortaja
que cubre a nuestro espíritu en sombras.
Talez como el sol, la luna,
los viejos o tiernos árboles ofreciendo el favor de su sombra
a los inocentes rebaños, y tales son los narcisos
en ese mundo verde donde habitan; y los claros arroyos
que se crean un fresco abrigo
contra el ardiente estío, o los breñales en lo hondo del bosque
plenos de brillantes rosas silvestres;
y como también la grandeza de los juicios
que hemos imaginado para los poderosos muertos,
y todos los bellos cuentos que hemos oído o que leído:
una inagotable fuente de bebida inmortal,
que mana hasta nosotros de las orillas del cielo.
Tampoco gustamos esas esencias solamente
en una hora fugitiva; no, incluso cuando los árboles,
que susurran en torno de un templo pronto nos son
tan queridos como el mismo templo, lo mismo pasa con la luna,
la poesía apasionada, tantas infinitas glorias
llegan con frecuencia hasta nosotros hasta que se cambian
en una confortadora luz para nuestras almas
y tan estrechamente unidas a ellas
que s hay resplandor o sombras sobre nostros,
ellos han de estar para siempre, o morimos”.
Keats: “Endymion” (escrito en abril-mayo de 1817, a los veintún años)
diseño vestuario
estreno
espacio
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